El desarrollo afectivo y emocional empieza en el minuto uno de vida

El desarrollo afectivo y emocional empieza en el minuto uno de vida

Escrito por: Mónica M. Bernardo    6 mayo 2009     2 minutos

Tras lo nueves meses que tu hijo ha estado en la tripita de su mamá se ha ido formando una personita, pero no sólo en el sentido físico sino también en el emocional. Sin embargo, una vez que llegan a este mundo, los padres se convierten en el punto de referencia sobre el que se desarrollará sus valores afectivos y emocionales.

Para que el desarrollo y la educación funcionen correctamente es importante que los progenitores del bebé aprendan a identificar, cuanto antes, la forma de reaccionar de su bebé. De este modo, será mucho más fácil conducir su aprendizaje hasta que sea capaz de hacerlo a partir de sus propias experiencias. No hay que olvidar que el vínculo afectivo del niño es crítico en su desarrollo psicoemocional.

Durante los primeros meses de vida, hay que amoldar ese aprendizaje al propio ritmo del bebé, es decir, lento, regular y cálido. Hay que evitar, desde el principio, introducir a los niños en la ajetreada vida que solemos llevar los adultos.

Aunque sin prisas pero sin pausas, es importante que nuestro bebé se vaya acomodando a su nuevo mundo. Y en él, los padres han de aprovechar los pocos momentos que el pequeño ofrece para empezar a crear esos vínculos emocionales tan importantes. Momentos como los que ofrece su alimentación, el baño, el cambio de pañal.

Cada caricia, cada susurro, el ritmo de vuestro cuerpo cuando lo acunáis, vuestra voz, vuestras risas son estímulos que van a provocar en el bebé una respuesta emocional.

Cuando un bebé pierde su equilibrio emocional por la causa que sea utiliza el llanto para llamar la atención de su mamá. Es en ese momento cuando hay que ser constantes con la respuesta que se le de, ya que su cerebro aprende sobre su experiencia de acierto o fracaso.

Por último es importante saber que da igual que sea vuestro primer hijo o el quinto. Ninguna experiencia ayuda mucho en este campo porque cada bebé es diferente.

Es fácil que, aunque dos niños sean hermanos, cada uno tenga un sistema nervioso que reaccione de una manera diferente. Lo mismo ocurre con los gemelos, mellizos, trillizos… Sus desarrollos físicos y emocionales serán distintos por lo que hay que aprender a tratar y educar a cada uno de forma individualizada.

Fuente | Guía del Desarrollo de tu Bebé del Instituto Médico del Desarrollo Infantil.