El mito de la mamá perfecta y siempre feliz

El mito de la mamá perfecta y siempre feliz

Escrito por: Belén    24 noviembre 2009     3 minutos

Muchas madres tenemos una idea equivocada, desde mi punto de vista, de lo que se espera de nosotras o lo que nos tenemos que exigir a nosotras mismas. Pensamos que la maternidad debe llenarnos tanto que no echemos de menos nada más. Creemos que hay mujeres que pueden ser madres, esposas, amas de casa y trabajadoras luciendo una hermosa sonrisa.. Las habrá, seguro, pero son tan pocas que no representan a nadie

Cuando nace tu bebé te das de golpe con la realidad. El pequeño come mínimo cada tres horas, antes hay que despertarle y prepararse, después hay que limpiarle el culete y ayudarle a dormir. Entre medias, como mucho, tienes tiempo de echar una cabezadita. La casa está manga por hombro y tú no has pasado tanto tiempo sin ducharte en toda tu vida, no hablemos de la depilación. Tu pareja hace lo que puede pero está trabajando fuera desde el 15º día.

El bebé crece un poquito y parece que podrás respirar algo más, pero ahora el tiempo que está despierto es mayor y lo que quieres hacer y haces, es jugar con él. La casa y tú seguís en situación catastrófica. Además estás empezando a echar de menos algo de ejercicio intelectual y alguna conversación en la que no tengas que poner voz de pito.

Si decides llevarle a una guardería seguramente será porque vuelves a trabajar fuera de casa. El primer sentimiento será la duda de si es lo mejor para el niño. Las horas que estás con él se reducen. Si quieres aprovecharlas, la casa y tú misma volveís a quedar en segundo plano. Eso sin entrar en lo dificil que es la conciliación, en las visitas al pediatra, los catarros recurrentes y la sensación de no estar ni al trabajo ni al niño ni mucho menos a tu pareja.

Si has decidido aplazar la reincorporación al trabajo remunerado, te darás cuenta de que el día sigue sin tener las horas necesarias. Vestirle, bajar al parque, preparar su comida, arreglar su ropita, jugar con él, vigilarle, dormirle… cuando terminas se ha acabado el día. Cuando llega papá aprovechas, él quiere disfrutar de su pequeño y tú te tomas un respiro. En realidad aprovechas para pasar el cuarto de baño que está de vergüenza o para dejar lista la comida de mañana a ver si consigues un poco más de tiempo libre y puedes darte un baño y arreglar la selva que tienes en las piernas.

No te dejes llevar por la sensación de que no lo estás haciendo bien. Ser mamá no te da superpoderes, no me atrevo a decir que es imposible, pero es realmente complicado poder hacerlo todo bien y dedicando el tiempo necesario. Tampoco te vuelves tonta, seguirás necesitando conversar con adultos o hacer algo que estimule tus neuronas. No eres una egoista, desear tiempo para tí no quiere decir que abandones ni quieras menos a tu pequeño. Estar desquiciada al final de un día en el que el niño no ha dejado de llorar, no ha dormido o no ha querido comer, es lo normal.

A todos nos gusta que los demás nos vean estupendos, pero solo es lo que dejamos ver, no la realidad. Pide ayuda, desahogaté, relativiza las cosas y ordénalas por prioridades. Tu bebé necesita una madre tranquila y feliz, no una madre perfecta. La perfección no existe, es una utopía.

Imagen | Jenny and Bell


2 comentarios

  1. Alina dice:

    Belén, hace mucho que no te leía, pero sigues explicándote igual de bien. Me he sentido totalmente reflejada, aunque también en la parte donde papá llega a casa, que en este caso, es mamá llega a casa…. Un besote muy gordo. Ali

  2. Belén dice:

    Alina, ¡que ilusión ! me alegro mucho de leerte y de que te haya gustado. Que sepas que te echamos de menos y que esta sigue siendo tu casa. Un besazo enorme.