Con solo verlos ya queremos cuidarlos
Se supo que la cara de los bebés nos provoca una instantánea ganas de cuidarlos. Al verlos se nos despierta algunas áreas del cerebro que se vinculan con las emociones, la recompensa y la planificación de los movimientos. Según un reciente estudio esto implicaría una inclinación natural de cuidar el bebé.