Ya estamos en pleno verano y las temperaturas han sufrido un aumento considerable. Es necesario buscar el abrigo de la sombra con el fin de evitar sofocos innecesarios, que ya bastantes los sufrimos, especialmente cuando estamos embarazadas. Llegadas estas fechas no es necesario recordar a las futuras mamás que su situación es maravillosa y nada les debe impedir que disfruten de sus vacaciones tal y como gusten (siempre que no hayan contraindicaciones médicas y llevemos los cuidados necesarios).
Existen algunas cosas que deberás hacer después de una cesárea y otras que deberás evitar. Hoy nos referiremos puntualmente a las cosas que no tienes que hacer después de una cesárea. En primer lugar deberás saber que la recuperación de la cesárea dura unos 40 días. Piensa que se trata de una recuperación lenta en la que se deberá tomar ciertas precauciones por tratarse de una intervención quirúrgica.
Ya estamos en pleno invierno y, como suele suceder en la mayoría de ocasiones, los cambios bruscos de temperatura se hacen sentir en nuestro organismo como un auténtico azote. Como si nos hubieran pillado por sorpresa, y cuando tan sólo hace unos días que casi llevábamos la manga corta, las primeras nieves y copiosas lluvias, han ocupado nuestro paisaje para ofrecernos, no sólo una estampa idílica, sino también más de un estornudo.
Nada más nacer, nuestro bebé tiene que adaptarse a un nuevo mundo del que cada día va descubriendo nuevos aspectos. Es por ello que su sed de curiosidad es infinita, empujándole a explorar todo lo que le rodea de una forma directa y sin intermediarios. En cuanto empieza su autonomía, el gateo y los primeros pasos, esa exploración deja de ser sólo visual o sonora, para convertirse en táctil e, incluso gustativa.
Cada día nos sorprenden más los estudios que se realizan en torno a diversos temas en los que el ser humano somos los protagonistas. Saber porqué se producen ciertas enfermedades, o de dónde nos vienen los miedos, e incluso, la razón de porqué los partos se produzcan más por la madrugada, puede ser descubrimientos beneficiosos para poder evitar ciertos males que nos aquejan y así mejorar nuestra calidad de vida, incluso aunque sólo sea por mera curiosidad. Pero hay otras investigaciones que, sinceramente, nos dejan totalmente fríos.
El invierno es una época en la que proliferan los resfriados, mucho más si nos encontramos bajas de defensas, algo que puede ocurrir cuando estamos en pleno proceso de gestación. Por eso es importante seguir algunos cuidados básicos para evitar el contagio, especialmente cuando se trata de la gripe, pero si ha sido inevitable, también podemos llevar a cabo algún que otro truco para, al menos, sentirnos más aliviadas.
Muchas veces hemos hablado de los cambios que sufre el organismo de la madre durante el embarazo, pero existen otros cambios de los que no se suelen hablar por parecer obvios o poco trascendentes, cuando en realidad también son importantes.
Cuando nace el bebé su piel está enrojecida, cubierta por una capita de grasa y con algo de vello. El enrojecimiento se debe a la gran cantidad de glóbulos rojos que tiene y desaparece a las pocas horas. Después la piel puede estar rosadita o en muchos casos amarillenta, a consecuencia de una ictericia fisiológica, que es normal. La capa grasa es el vernix caseoso, que protege al bebé en el útero y le sirve las primeras horas para mantener el calor corporal y prevenir infecciones. No se retira ni se baña al bebé en las primeras 24 horas porque aún no puede regular su temperatura. Se reabsorbe y lo que queda se quita al lavarle.
El cordón umbilical, lo que queda de él y que en unos días se convierte en el ombligo, requiere unos cuidados simples pero imprescindibles, para terminar de caerse correctamente. Debe estar limpio, seco y protegido del pipí y otras humedades. Las enfermeras en el hospital te enseñarán a hacer las curas que durarán entre 7 y 15 días hasta que se desprenda. Pero algunas veces, muy pocas proporcionalmente, hay complicaciones.