El valor de los elogios que no se centran en el aspecto físico del niño

Los elogios nacen desde una intención positiva como muestran las palabras que padres y familiares del niño dedican a este a lo largo de su crecimiento. Sin embargo, en una sociedad en la que está tan presente el poder de la imagen, conviene reflexionar en torno a aquellos elogios y comentarios que se centran tanto en el aspecto físico.

No es negativo decirle a un niño que es guapo, especialmente, cuando es bebé. Tampoco es un inconveniente utilizar esta caricia positiva en momentos concretos. Sin embargo, esta valoración no debería estar determinada por el cumplimiento de unos parámetros determinados que se ajustan a un ideal de belleza como, por ejemplo, un determinado color de ojos o de cabello. La belleza es universal y está en todas las personas.

Los elogios que se centran en el físico no siempre alimentan la autoestima infantil

Aquellos elogios que tienden a poner el foco en el aspecto físico incrementan un riesgo frecuente: la comparación. Y, a su vez, la comparación también puede reforzar los celos, la envidia, el complejo de inferioridad… Por esta razón, padres y educadores observan a los niños y perciben aspectos que van más allá de lo visible a nivel físico: su modo de ser, sus habilidades, sus gustos, sus inquietudes, su esencia…

Por esta razón, mientras que aquellos elogios que se centran en el aspecto físico, en ocasiones, no producen un efecto realmente nutritivo a largo plazo en la autoestima, aquellas palabras que fomentan el reconocimiento de otros aspectos más personales son especialmente significativos. Porque, en realidad, describen detalles que son más relevantes que el físico en relación con la felicidad, la autoestima o el desarrollo personal.

Es recomendable evitar los elogios desproporcionados y exagerados

Los elogios desproporcionados pueden convertirse en un peso que, a largo plazo, alimenta la frustración o la búsqueda de aprobación externa. Para que el significado de un elogio sea realmente sincero es recomendable dar a las palabras el valor que merecen. Por ejemplo, puedes potenciar el elogio en torno a factores que tienen que ver con un proceso de mejora constante, en lugar de condicionar tu mensaje al logro de un resultado específico.

Decirle a un niño que es guapo es un gesto positivo y una demostración de afecto. Pero, para elogiarle a él, no es necesario situarle en un pedestal respecto a los demás. No es preciso hacerle creer que la belleza de sus rasgos eclipsa a quienes le rodean o que el valor de una persona se mide por su aspecto físico. El verdadero amor, aquel que ejercitan padres y madres cada día en la educación y crianza de sus hijos, observa más allá de lo que se ve a simple vista. Es decir, trasciende al plano físico para conectar con otras dimensiones de la persona.

El tema no es poco relevante porque hay muchas situaciones que se relacionan con esta cuestión. Por ejemplo, imagina que un familiar repite constantemente a uno de tus hijos que es muy guapo mientras que nunca ofrece este piropo al hermano. En ese caso, tal vez decidas intervenir para sugerirle que evite ese tipo de diferencias.

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