Hasta ahora sabíamos perfectamente que los hábitos, costumbres y prácticas cotidianas afectaban directamente a nuestro bebé a lo largo del embarazo, pero lo que seguro que no conocías es que ésto también les influye en la forma de descanso y sueño que presentan una vez ha nacido, incluso a lo largo de toda su infancia.
El mundo de los sueños es todo un misterio. Una vez nos vamos a la cama y caemos en los brazos de Morfeo, todo lo que pasa por nuestra mente es como una puerta abierta hacia un mundo que no siempre podemos controlar. Desde imágenes hermosas, deseos ocultos, escenas de las vivencias cotidianas, hasta los más terribles temores, pueden ser vividos por nuestra mente con tal intensidad que casi parecen totalmente reales.
Durante los primeros años de nuestro bebé parte del día y la noche la van a dedicar a dormir. Es como si a través del sueño fueran recargando energía para poder enfrentarse a todo lo que la vida les va a ir poniendo en su camino. Estas horas de sueño se irán acortando hasta conseguir que sólo sea en horario nocturno, salvo alguna pequeña siesta, cuando el niño descanse. Durante este tiempo su sueño será plácido y relajado hasta que alrededor de los 2 o 3 años que pueda aparecer alguna alteración, también conocida como pesadilla.
Aunque en muchas ocasiones no lo recordemos, o se nos olvide nada más poner un pie en el suelo, todos soñamos y todas las noches. Los sueños nos preparan para todo aquello que nos preocupa, nos dan respuestas y aminoran las ansiedades y angustias que nos provoca la vida diaria.
Es totalmente normal que durante el embarazo suframos alteraciones de sueño. Para algunas mujeres su gran problema es el insomnio, mientras que para otras es el no poder evitar sentirse invadida por un continuo sopor que le invita a dormir más de lo normal. Todo esto es debido al influjo y la alteración de las hormonas, así que no debemos darle mayor importancia.
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