
Juegos y juguetes tienen una gran relevancia desde el punto de vista educativo. En ocasiones, se utilizan como si su significado fuese idéntico en la práctica. Sin embargo, no son sinónimos, sino dos ingredientes complementarios que forman parte del universo creativo infantil. La acción de jugar es un verbo que hace referencia al acto desarrollado en sí mismo. Se presenta como un proceso en el que existe un comienzo, una evolución y un desenlace. Adquiere múltiples formas en la rutina cotidiana, puesto que se disfruta en soledad o en compañía.
Jugar siempre es una necesidad para los niños y en la nueva normalidad es importante seguir potenciando la ilusión de este entretenimiento. Un entretenimiento vinculado a los juegos tradicionales de siempre. Este es el mensaje que envía Mediaset España con motivo de la campaña 12 Meses que puedes descubrir a continuación.
Existen distintas compras prácticas de artículos para bebés. El juego es un ingrediente de felicidad infantil. Por ello, la elección de un parque para el bebé potencia la autonomía del niño en esta zona. Una de las características de este parque es que el niño se entretiene en un espacio de seguridad. En el mercado puedes encontrar diferentes tipos de parques infantiles. ¿Cómo hacer esta elección?
El contacto físico potencia el bienestar del bebé. Pero este contacto con la realidad no solo tiene este componente afectivo con los seres queridos. El bebé se encuentra inmerso en un periodo de aprendizaje muy importante que es sinónimo de descubrimiento. Un descubrimiento que parte del valor de la experiencia como medio para reconocer la realidad. Por ello, el contacto con el suelo también es muy importante en los niños como sinónimo de descubrimiento sensorial.
La evolución del bebé puede visualizarse desde distintas perspectivas. Por ejemplo, a través del juego. Existe un tipo de juego muy necesario por su valor simbólico. A través de esta interacción, el niño desarrolla su creatividad en la recreación de situaciones que parten del efecto de la imitación. Como si fuese un espejo de una situación real, esta interacción tiene un valor intencional al remitir a un ejemplo de situación determinada. En torno a los dos años, el niño puede empezar a mostrar esta forma de expresión, aunque cada niño tiene su propio proceso y su propio ritmo.
Desde que nuestro bebé viene al mundo, todo su cuerpo se convierte en un potente receptor de nuevas emociones y sensaciones. A través de lo que le rodea, el pequeño va a ir creciendo y convirtiéndose, poco a poco, en un ser independiente y selectivo. Será a través del juego cuando nuestro pequeño vaya consiguiendo conectar con ese nuevo mundo creado para él.
Seguro que te habrá ocurrido, más de una vez, que has dejado a tu bebé en su cuna y en su dormitorio porque has notado como que estaba cansado y necesitaba una buena siesta. Al cabo de un buen rato, y pensando que ya estaría sumido en el más profundo de los sueños, le has oído balbucear, hacer palmas o riéndose casi sin ningún motivo aparente. Es como si estuviera divirtiéndose de lo lindo, incluso sin más compañía que sus propios descubrimientos.