El valor de la despedida en la rutina entre padres e hijos

El valor de la despedida en la rutina entre padres e hijos

Escrito por: Maite Nicuesa Guelbenzu    4 mayo 2023     2 minutos

En ocasiones, las despedidas producen inquietud e intranquilidad, sin embargo, es recomendable afrontarlas con asertividad

La experiencia de la despedida puede ser muy compleja a nivel humano. Especialmente, cuando implica decir adiós a una persona muy querida que se marcha a otro lugar.

Sin embargo, el valor de la despedida y su significado se redescubre con más intensidad después de formar una familia. En ese caso, la despedida representa una distancia temporal con el bebé. Y, cuando muestra inquietud o preocupación ante ese momento, padres y madres pueden sentirse vulnerables al afrontar el distanciamiento.


En más de una ocasión, hemos comentado que es importante establecer una comunicación frecuente con el bebé para fortalecer el vínculo y brindarle seguridad. Pues bien, el mensaje que transmites a tu hijo no se reduce a las palabras. Tu presencia también le aporta una información valiosa.

Decir adiós es importante para tu hijo y para ti

Por ello, la despedida forma parte de ese ritual cotidiano que es previo a ese instante en el que vas a trabajar, te despides del niño en la escuela infantil o cualquier otro ejemplo cotidiano.

En ese caso, suele surgir la duda en torno a si conviene evitar ese instante para potenciar la tranquilidad en el niño. Sin embargo, la despedida es un acto de reconocimiento hacia el otro. Y no solo es positivo para el bebé, sino también para el adulto que conserva un recuerdo distinto de ese instante. El ritual de la despedida crea un contexto de aprendizaje que también hace posible el entendimiento de lo que implica el reencuentro. Y es que, ese adiós es pasajero y temporal.

Por Que Aprender A Despedirse Del Bebe

La despedida acompaña las emociones a través de la presencia

Las primeras despedidas pueden ser complejas desde el punto de vista emocional. Pero evitar el instante del adiós no simplifica el proceso, precisamente, porque esa manera de proceder no aporta un verdadero acompañamiento. Al igual que otros hábitos y rutinas, el niño adquiere una preparación gradual hasta que se siente cómodo y familiarizado con ese momento. Y, precisamente, para que ese instante llegue en algún momento, conviene cuidar los detalles de la fase previa. Y la despedida en sí misma supone respeto, atención, compañía, reconocimiento y acompañamiento.

Aunque existen muchas diferencias entre el punto de vista del bebé y el de un adulto, desde tu propia perspectiva puedes ponerte en el lugar de tu hijo si imaginas lo que supone estar con alguien que desaparece sin dar una explicación. Ese hecho produce confusión, dudas y desorientación. Porque la falta de comunicación, cuando se integra en ese contexto, genera preguntas sin respuesta. Por ello, aprender a despedirse es mucho más que un acto social que el niño puede experimentar con otras personas de su entorno. Es un gesto de inteligencia emocional que transmite empatía y sensibilidad.


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