Confianza de los niños en si mismos (de 12 a 24 meses) (I)

Confianza de los niños en si mismos (de 12 a 24 meses) (I)

Escrito por: Sergio López    5 abril 2012     3 minutos

La independencia del niño también es cosa nuestra

Si hay algo que distingue a los niños en esta edad es su ansia por conocer, por experimentar, por saber. Necesitan investigar el mundo que les rodea, ver su funcinamiento y sus características y, en definitiva, hacerse un hueco dentro de él. Pero, a pesar de esta iniciativa, siguen estando necesitados de una seguridad, de un apoyo que les permita avanzar sin miedos, sabiendo que detrás hay alguien que no va a permitir que al niño le pase nada en ese tránsito. Para que puedan realizar sus acciones de aprendizaje, necesitan a los padres en ese plano que les de tranquilidad y firmeza.

El niño comienza a desarrollar su autoconciencia como un entendimiento de que él es algo separado de ti y que ella (su conciencia) es su propia persona. Esto le ayuda a que crezca su sentido de la independencia hacia los demás, ya sean niños o adultos, y hacia las acciones que acomete. Su mente y su cuerpo se empiezan a convertir en una sola persona sin dependencia de los demás.

Existen experimentos realizados al respecto como el que llevaron a cabo Lewis y Brooks (la identidad propia) a finales de los setenta. En este estudio, un punto de color rojo se aplicó a las narices de los bebés sin que estos lo supieran. Al verse reflejados en un espejo, les resultaba novedoso verse con ese «nuevo invitado» en su cara e intentaban tocarlo hacia el espejo. Lo que los investigadores encontraron más sorprendente fue el hecho de que ninguno de los bebés de menos de 12 meses reaccionara hasta el punto rojo, como si estuviera en su propia cara. Simplemente, sonreían intentando tocar el espejo. Pero la mayoría de los bebés entre los 15 y los 24 meses mostró un poco de auto-conciencia ante esa imagen. Curiosidad por tocar sus propias caras, o mirar su imagen en el espejo con rostro de perplejidad. Esto demuestra que los niños se reconocen y que detectan el hecho de encontrar algo nuevo o extraño en ellos.

Los padres tienen que ser cómplices en todo este desarrollo. Deben ayudar a su hijo a convertirse en un buen solucionador de problemas, mediante lo cual los niños incrementan su conocimiento. Se benefician de las actividades que son un reto para ellos y que requiere una cuidadosa reflexión, atención y esfuerzo por su parte, pero no tan duro como para no dominarlo. Los padres pueden apoyar a los niños a hacer frente a nuevos retos al ver las habilidades que los niños poseen, para luego ayudarles a dar el siguiente paso. Por ejemplo, si su hijo puede construir una torre de piezas de una determinada altura, deben mostrarle cómo se puede hacer una base más amplia para que pueda hacer una torre más alta.

Los padres juegan un papel muy importante en ayudar a lograr estos objetivos. Deben ofrecer orientación para que este tome un camino correcto, tal como, por ejemplo, coger una pieza de un rompecabezas e investigarlo para que sea más fácil ver dónde podría encajar, y reconocer los avances que en el niño se producen, ayudando a tu hijo a reconocer cómo ha llegado más cerca de terminar el rompecabezas. Todos estos pasos bien asesorados permiten una evolución más rápida en el niño.

Vía | zerotothree
Foto | stock