El final de un año o el comienzo de un nuevo capítulo del calendario invita a la reflexión en torno al estado de los vínculos personales. La relación entre madre e hija es muy especial y significativa. Pues bien, este lazo puede nutrirse, alimentarse y fortalecerse desde el nacimiento. En Uno más en la Familia compartimos seis consejos esenciales.
Una de las mejores experiencias que podemos ofrecer a nuestro bebé es la de regalarle caricias y mimos en todo momento. El tacto es el sentido más inmediato y el vehículo más importante para demostrarle a nuestro niño todo lo que le queremos. A través de su piel, nuestro bebé va a recibir todos los estímulos y emociones que tanto necesita para su desarrollo. Por eso es vital que nos volquemos, desde el mismo momento de su nacimiento, en caricias y arrumacos para hacerle sentir que nuestro amor es incondicional.
En la siguiente entrada hablaremos acerca de las diferentes fases del apego. Comenzaremos por contarte que el desarrollo del apego, ese importante lazo afectivo, tiene lugar en cuatro etapas.
Recientemente fuiste mamá y estás llena de dudas y ansiedades, es normal que esto suceda, a todas nos ha pasado, por momento nos sentimos súper poderosas y por momentos tenemos mucho miedo de levantar a nuestro pequeño generándole algún daño. Hoy te daremos algunas pautas para que sepas la manera correcta de manipular al recién nacido de manera segura.
Una de las experiencias más gratificantes para nuestro bebé y que además nos ayuda a estrechar los vínculos entre padres e hijos, son los masajes. A través de ellos vamos a comunicarnos con nuestro pequeño, más allá de las palabras. Y es que el contacto directo con su piel, los suaves movimientos y esa entrega desinteresada, hace que se abran hacia un mundo nuevo de sensaciones que le resultan especialmente beneficiosas.
Una investigación ha demostrado que el cerebro de las primerizas cambia ciertos aspectos. Algunas de las áreas del cerebro se agrandan de manera simultanea entre el vínculo que se genera entre el pequeño y su madre.
Un día me dijo una señora que los niños quieren y adoran a sus padres sin plantearse otra posibilidad. Son sus ídolos desde el momento en el que nacen. Desde que me lo dijo, hace ya tiempo, le he dado muchas vueltas. Sin embargo, no termino de estar del todo de acuerdo con ella pese a que intentado ver casi todos los puntos de vista sobre este asunto.
Las madres reciben un coctel hormonal con el parto para favorecer la vinculación con su hijo. Además, hace tiempo leí que la corteza cerebral de la madre se modifica en el embarazo y entre otras cosas nos impide ver los defectos de nuestro pequeñín. Por su parte el padre tiene una reacción hormonal que evita que rechace a la cría. El niño nace con unos rasgos que provocan ternura, con el mismo fin. Con estas transformaciones físicas la objetividad de los padres deja mucho que desear y nuestros bebés son los más bonitos del mundo. Aunque algunos reconocen que su recién nacido es feo, la afirmación cambia en pocos días, a veces en horas, y se transforma en algo así "con lo feo que era al nacer y lo guapísimo que está ahora".