
Ya hemos comprobado como para poder celebrar un divertido Halloween es importante rodearse de un ambiente tétrico. Para ello vamos a utilizar todos los elementos que esta fiesta nos sugiere: temibles monstruos, luces misteriosas y, por supuesto, las creativas y típicas calabazas que deben adornar este día.
Si ayer os contábamos algunos trucos para que la comida no sea un auténtico infierno con y para esos niños que son rebeldes sin más, hoy le toca el turno a los niños que se eternizan cada vez que tienen un plato de comida delante. Y es que como decíamos, es importante tratar de que la comida se convierta en un juego, siempre que sepan y entiendan su importancia, y que la mesa no se convierta en el campo de juegos de tu bebé.
El mismo día de Navidad puede ser un momento ideal para enseñar a nuestros pequeños las cualidades y diversión que el arte culinario nos puede aportar. Además, ya que queremos sorprender a nuestros invitados con un menú especial, podemos ir realizando algunas recetas que, seguro, van a ser tanto del agrado de los niños como de los adultos.
¿Quién, de niño, no se ha fabricado un refugio con la caja de cartón de un televisor o una casa de muñecas con cualquier envase de los sobrantes en el supermercado? Un firme castillo desde donde otear el horizonte o una plácida casa de campo donde descansar del ajetreo de los deberes, podían ser objetivos imaginarios para nuestra sed de aventura y esa inquieta fantasía que nos acompaña en los primeros años.