
Ya sabemos que viajar con niños no siempre puede ser de lo más gratificante. Hacer un trayecto pequeño, de los que pasan en un suspiro o, incluso, en una cabezadita, puede ser divertido, ameno y relajante, lo peor es cuando la ruta nos obliga a pasar mucho tiempo dentro del vehículo y el destino está más allá de la propia paciencia de nuestro pequeño. En esos momentos es cuando, renaciendo de sus propias cenizas de nuestra infancia, nos vuelve el instinto inocente y tenemos que buscar mil y una maña con la que mantener debidamente atendido y entretenido al niño que desconoce las necesidades de pasar tanto tiempo en el mínimo espacio del coche.
Los niños no solo disfrutan corriendo y saltando, hay actividades más tranquilas ideales para el invierno que se acerca. Un pupitre es un fantástico recurso para conseguir que el pequeño esté concentrado un rato. Una mesa y una silla de su tamaño o una trona con una bandeja amplia sirven al mismo objetivo. Aunque al principio le costará estar sentado, con el tiempo se convertirá en uno de sus rincones favoritos.
Una de las cosas que más entretienen a los niños desde pequeñitos es dibujar. Cualquier superficie es buena para ellos, así que nada mejor que facilitarles la labor. Para ello hay una solución muy original en el mercado, la pintura pizarra. Tan fácil como pintar la pared, siguiendo las instrucciones del fabricante, y tendremos una pizarra del tamaño que deseemos.
El mundo de Internet es un paraíso para las insaciables curiosas como yo. Investigar, buscar soluciones, respuestas, lo último en moda o ese regalo sorprendente y original que hará de las delicias del niño que lo reciba, es una de las tantas tareas a las que podemos dedicar nuestro tiempo de navegación. Y sucede que, siempre, aparece algo que acaba confirmando mi fe en el ser humano y en su infinita imaginación. Y si no, como muestra, aquí os dejo un elegante disfraz que los mismos niños pueden colorear a su gusto.
Ya os hemos comentado que la creatividad es una capacidad innata en nuestro pequeño, así que, desde que son bebés, podemos ir fomentando en ellos esta capacidad intuitiva que le ayudará a ser un niño, y posterior adulto, más seguro de sí mismo y más capaz de enfrentarse a los avatares del mundo.
Entre los dos y tres años, nuestro bebé empieza a desarrollar una serie de habilidades que le van a ser muy beneficiosas para el futuro. Es por eso que nuestra misión como padres es estar a su lado, animando sus avances y ayudándole a que, poco a poco, consiga su autonomía. Es el momento en el que empezará a querer coger los cubiertos solo e intentará vestirse o desvestirse sin tu ayuda.