
Son muchas las ocasiones en las que las madres, especialmente aquellas que trabajamos, nos encontramos en la tesitura de no encontrar tiempo para ciertas necesidades de nuestros niños. Los horarios del trabajo y la escuela, por ejemplo, nos coinciden teniendo que delegar esta tarea en alguien que pueda echarnos una mano. O nos ha surgido, de repente, un problema que nos impide ir a recogerle a la guardería o llevarle a sus clases extraescolares.
Salir a pasear, movernos por la calle o trasladarnos en un vehículo cuando vamos acompañados de un bebé no siempre es una tarea fácil. Tanto si ya anda como si todavía es muy pequeño, debemos llevar ciertos cuidados para que ese traslado no se convierta en un auténtico infierno y, sobre todo, evitemos todo tipo de accidentes.
Pronto, el niño tendrá que realizar viajes en coche, por lo que adquirir una sillita ha sido obligatorio. Ya sabéis que este tipo de accesorios son imprescindibles por ley. Reconozco que la primera vez que tuve conocimiento de esta obligatoriedad me entró algo de miedo: ¿y si la ponía mal? ¿iba a saber colocar las sujeciones? ¿estaría conforme a la legislación vigente? No os preocupéis, todo es más sencillo de lo que parece.
Aunque nuestro bebé ya tiene bastantes meses, no son pocas las ocasiones en las que me siento a pensar en el momento del parto. Sin duda, una experiencia única que se me ha quedado grabada en el cerebro. Existen muchas mujeres embarazadas que siempre han tenido una cuestión relacionada con este instante: ¿qué medio de transporte deben coger? La verdad es que nosotros mismos nos planteamos la cuestión en decenas de ocasiones. Y es que las respuestas no son claras.
En la actualidad los bancos de leche materna están sufriendo un importante problema de financiación. Este no es un problema menor si tenemos en cuenta que muchos bebés prematuros se benefician por leche materna que es donada por otras madres de manera totalmente gratuita y como una forma de colaborar con la lactancia.
Mientras nuestro bebé es recién nacido solemos llevarlo muy cerca nuestro, en brazos y sintiendo como ambos vamos caminando en una misma dirección. Para esos primeros momentos lo mejor son los portabebés de tela. Esos que, incluso, nos han enseñado a fabricar de forma artesanal en los distintos talleres organizados para ello. Pero cuando el bebé ya empieza a crecer, estos utensilios se nos quedan pequeños, además de las consecuencias nefastas para nuestra espalda que tiene que soportar un peso importante.
Ni Indiana Jones hubiera imaginado una misión más difícil. Viajar en el transporte público estando embarazada se podría calificar de experiencia única. Lo primero de todo, es que tu barriga desaparece, aunque tú sepas que la ropa ya no te vale y que has engordado unos cuantos kilos, pues de repente, la gente no la ve (da igual que te pongas de perfil o que te desabroches el abrigo).