Con la llegada del invierno, y el notable descenso de las temperaturas, las casas necesitan entrar en calor. Es normal que encendamos las calefacciones, las estufas y el aire acondicionado, con el fin de encontrar el clima perfecto en el que evitar fríos inesperados. Pero no debemos olvidar que este tipo de aparatos provocan un ambiente mucho más seco, lo que hace que las vías respiratorias se resequen y se irriten, consiguiendo que seamos mucho más vulnerables a coger un catarro.
Es bastante habitual que llegada la época invernal nuestro bebé sufra de algún acceso de constipado, mocos o malestar proveniente de un catarro. Lo más inmediato, como siempre decimos, es llevarle a su pediatra para que valore hasta que punto necesita medicación o no. Pero, por desgracia, solemos ser bastante inconscientes y lanzarnos a la aventura de la automedicación sin pensar en las consecuencias que puede acarrear esta práctica.
Hemos entrado, de lleno, en la época invernal en la que es normal que proliferen los constipados. Mocos, toses y alguna que otra décima de fiebre suelen ser síntomas de que los virus andan proliferando a sus anchas por los cuerpos de nuestros niños. Es por ello que los padres solemos tener un arsenal de medicamentos, aconsejados o no por el pediatra, con el que combatir, al primer síntoma, los tan odiados malestares. Algo que, en muchos casos, es un grave error.
El invierno es una época en la que proliferan los resfriados, mucho más si nos encontramos bajas de defensas, algo que puede ocurrir cuando estamos en pleno proceso de gestación. Por eso es importante seguir algunos cuidados básicos para evitar el contagio, especialmente cuando se trata de la gripe, pero si ha sido inevitable, también podemos llevar a cabo algún que otro truco para, al menos, sentirnos más aliviadas.
Estamos en plena época de los resfriados, las toses, los mocos e, incluso, algo de fiebre, habita nuestra casa, así que no es de extrañar que nuestros bebés se sientan molestos, intranquilos y necesiten muchos más mimos que habitualmente. Lo primero, sin duda, es llevarlo al pediatra para que lo examine con detenimiento y te marque las directrices a seguir. Pero a veces sucede que es una molestia pasajera y podemos aliviarla en casa. Unos pocos remedios caseros y algún que otro truquillo pueden hacer que nuestro bebé encuentre cierto alivio.
Me paso todo el invierno escuchando que mis niños van poco abrigados y se van a coger un resfriado. De momento, no tienen más que el resto de niños y hasta ahora ni siquiera llegan a la media. Un niño sano pasa entre 6 y 10 resfriados al año, que duran unos 7 días cada uno. Los míos no son más sanos que los demás, no están más fuertes ni están mejor cuidados. La principal diferencia es que el peque no va a la guardería, por tanto está menos expuesto, y la mayor sabe que los catarros se contagian con los besos, las manos y los estornudos.
Si alguna vez has oído que una gastroenteritis o una infección respiratoria en el embarazo, puede afectar al feto hasta causarle parálisis cerebral, no te alarmes que no es cierto. Una investigación ha comprobado que no existe relación entre ambas cosas. Lo que sí está probado que podría causar una parálisis en el feto son la varicela y el citomegalovirus, especialmente si la madre las sufre en la segunda mitad del embarazo.
Con la llegada de las bajas temperaturas y el inicio del curso escolar, incluidas las guarderías, los mocos y la tos se instalan en las casas en las que hay niños y es muy difícil contrarrestarlos. Sin embargo, a veces nos olvidamos de los remedios más fáciles y sencillos que, aunque suenen a cuento de la abuela, funcionan, pregúntale a tu pediatra.
Besar es el acto que más repetimos los padres con nuestros hijos. En especial cuando son recién nacidos, parece que tenemos un imán hacia ellos y nos pasamos el día dándole besos. Es cuando se hace más evidente la frase de: "Te comería a besos". Lo haríamos toda la vida, pero llega un momento en el que a ellos no les apetece tanto beso y achuchón.