Soy Padre: Alimentos, motivo de sustos y atragantamientos

Soy Padre: Alimentos, motivo de sustos y atragantamientos

Escrito por: Ildefonso Gómez    7 febrero 2016     5 minutos

Una de las primeras advertencias que recibí por parte de mi pareja fue muy clara: «cuidado con la comida, al no tener dientes es posible que se atragante«. Es evidente que durante los primeros meses tuve un cuidado extremo. Incluso llegando a evitar los grumos de la leche. Estos también podían provocar problemas.

Por lo general, hasta una cierta edad, los alimentos pueden suponer sustos muy graves. Sobre todo si son sólidos. Hay que tener mucho cuidado con lo que se da a los niños de comer. De hecho, en nuestras familias ha habido casos de niños que, con más de un año de edad, han tenido que ser ayudados porque se estaban asfixiando al tener un alimento demasiado grande.

Según la Academia Estadounidense de Pediatría, los bebés solo deben recibir leche materna durante los seis primeros meses. Después de ese tiempo, las posibilidades se expanden con elementos como las papillas o las famosas galletas que se deshacen en la boca. En cualquier caso, os recomiendo que adaptéis este tipo de procesos a la evolución de vuestro niño y a los consejos del pediatra. Más que nada porque nosotros mismos hemos tenido problemas.

Una experiencia personal

Soy Padre: Alimentos, motivo de sustos y atragantamientos

Uno de los primeros sustos vino por una de las galletas que he mencionado, es decir, las que se deshacen en la boca del niño. Debería decir las que deben deshacerse en la boca del niño. En su momento, muy ilusionados, le dimos uno de estos alimentos. La parte mala llegó en el momento en el que se metió un pequeño trozo en la boca con la mala suerte de que tenía dificultades para tragarlo. El problema no fue grave: lo escupió nada más darse cuenta de que no era igual que la leche a la que estaba acostumbrado. Desde entonces, el cuidado que tenemos es extremo en todo tipo de alimentos.

Por otra parte, comentar que tenemos miembros en la familia que, aun teniendo uno o dos años de edad poseen problemas a la hora de ingerir algunos sólidos. Excepciones que, en todo caso, es necesario tener en cuenta. Repito que es imprescindible adaptar la introducción de comidas a los propios niños. Una recomendación muy importante: antes de darle nada nuevo (aunque sea líquido) consultad el tema con el pediatra. Los profesionales sabrán deciros lo que se les puede dar y lo que no, proporcionando consejos adicionales si es necesario.

La pregunta que mucho os estaréis haciendo es la siguiente: ¿qué hago si sucede algo?

Cómo actuar

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Teniendo en cuenta que soy novato (aunque la experiencia va aumentando), es evidente que vivir una situación en la que el niño se está ahogando por un trozo de comida es algo difícil ante lo que no se sabe actuar. Los nervios y la indecisión harán acto de aparición. Ya os digo que es necesario actuar con rapidez, ayudando al bebé a que eche lo que ha intentado tragarse.

Según experiencia propia, el primer signo que mostrará el niño será poner los ojos muy abiertos, inmóviles, además de abrir ligeramente la boca. En el caso de que no os deis cuenta, podríais estar en un problema grave. El siguiente acto del chico puede ser variable: a veces escupe la comida, otras veces se la queda en la boca, y en muchas ocasiones vomitará todo lo que tenga en el estómago, salvando así la vida. En cualquier caso, tendremos que actuar.

Por lo general, se nos ocurrirán los métodos más habituales: comprobar si el niño tiene algo más en la boca e intentar sacar todo con los dedos. También están las personas que dan golpes en la espalda para facilitar la extracción del sólido. Las dos pueden llegar a ser efectivas (conozco casos en que ya han comprobado que hay resultados positivos) aunque, en momentos graves, es necesario ser más exactos.

En el caso de que vuestro niño se esté ahogando (y contando siempre que tenga menos de un año), lo mejor es colocar al bebé con la boca hacia abajo y darle golpes en la espalda. Cuidado con la intensidad. Tampoco olvidéis que la cabeza debe estar a una altura menor que la del cuerpo. Esta posición facilitará que el niño eche la comida por la boca, eliminando todo peligro.

En el caso de que el niño tenga más de un año, lo mejor es realizar la conocida maniobra de Heimlich: nos colocamos detrás del pequeño y ponemos una mano debajo del esternón. La otra mano debe estar sobre la contraria. Será suficiente con generar la presión suficiente (haciendo como si le estuviéramos abrazando) como para que el alimento salga «volando». Como podéis comprobar, se trata de una técnica que también se aplica sobre personas adultas.

En definitiva, mucho cuidado

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Que el niño empiece a atragantarse puede llegar a ser algo muy grave. Al no poder respirar, es evidente que tendremos que actuar lo suficientemente rápido como para que la cosa no llegue a más.

Repito lo que he comentado con anterioridad. La introducción de alimentos que comiencen a ser sólidos en el momento equivocado puede daros problemas. Podéis realizar esta tarea poco a poco, guiándoos por las etiquetas y descripciones y, sobre todo, por las recomendaciones de vuestro pediatra. A nosotros, de hecho, nos proporcionaron un documento con algunas indicaciones. Aprended también las técnicas de primeros auxilios. Os serán de utilidad si alguna vez pasa algo.

Vía | HealthyChildren | RedCross
Fotos | FlickR – Nadia Phaneuf | FlickR – Philippe Put | Youtube – New Tube | FlickR – Bradley Gordon


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