No todo el mundo puede

No todo el mundo puede… dar el pecho – al menos yo no he podido (y os aseguro que lo he intentado). En los cursos de preparación al parto nos comentaron que excepto raras excepciones (yo debo ser una de ellas, aunque ahora que lo pienso, conozco bastantes…), la mayoría de las madres pueden dar lactancia materna..

Todos sabemos de los beneficios que la lactancia materna tiene para el bebé, para la madre, y para el bolsillo (¡que menudo precio que tiene la leche!).

Desde un primer momento, ya desde el embarazo, mi intención siempre ha sido poder dar el pecho a mi niño. De hecho, nada más nacer, cuando estábamos en la sala de recuperación pedí a las matronas que me ayudaran porque quería darle de mamar a mi bebé.

De primeras, nos encontramos con un problema, al haberse adelantado el parto, mi bebé era muy chiquitito y no tenía fuerza suficiente para succionar. Además, por mis características físicas, sólo agarraba el pezón y no la areola. Así que se creó una incompatibilidad entre su boca y mi pecho.

Sin embargo, no cejamos en el empeño, yo ponía el bebé al pecho siempre que él pedía y las matronas venían y cada una me daba una opinión (“te van a salir grietas porque no coge la areola”; “no te preocupes, que aunque se duerma es porque te usa de chupete, pero el niño mama”,…).

Bueno, pues descubrimos que no, que la cosa no funcionaba – tomaba al principio, pero luego se dormía o se tiraba casi una hora pegado, pero sin éxito por lo que vimos más tarde. Y lo peor fue cómo lo descubrimos, con una bajada de glucosa que a punto estuvo de provocar su ingreso hospitalario.

Así que la solución ha sido el sacaleches y la leche de fórmula, optando por una lactancia mixta, con todo lo que conlleva – lo bueno, que puedo dormir, mientras mi marido da el biberón de madrugada a mi bebé. Ya os contaré más adelante mis aventuras con el sacaleches, que no tienen desperdicio.

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