Me gustan los títeres

Me gustan los títeres

Escrito por: Manzano Azul    12 julio 2009     2 minutos

Al igual que con las canciones, las expresiones teatrales y de personificación, han acompañado al hombre desde siempre; máscaras, disfraces y elementos, le han sido útiles para exteriorizar sus sentimientos y pensamientos más internos, más primitivos. La animación de objetos adquirió un carácter mágico, el caso de los títeres; pequeños seres de materiales inertes que por arte de magia cobran vida y movimiento.

Para los niños más pequeños, los títeres son muy atractivos, casi irresistibles, y a partir del momento en que ven uno, quieren acercarse y entrar en contacto; los niños sonríen frente a sus juguetes favoritos, pero el ver animarse a un muñeco les resulta fantástico.

En las primeras etapas cognitivas, los niños conservan aún el pensamiento animista, y no distinguen los objetos de las cosas vivas con facilidad; al empezar a tener conciencia de que los muñecos no son más que juguetes, van haciendo una discriminación mental de las cosas, muy importante para su desarrollo. Pero el momento en que aún pequeños, pueden ver a un muñeco u objeto animarse, es como un vistazo a la posibilidad de que exista la magia, y de que sean viables las cosas más allá de las evidentes; de eso se trata la creatividad infantil, y por eso es importante fomentar espacios de magia e ilusión que les den elementos a partir de los cuales construir.

Por otra parte, los shows de títeres escenifican para los niños situaciones que corresponden a su entorno, se acercan a sus intereses y les ayudan a comprender dentro de juegos diversos momentos, objetos y formas de ser; siempre se interpretan situaciones donde un títere hace travesuras a los demás, poniéndolos en aprietos, pero finalmente es perdonado y promete cambiar. Este cuadro no es otra cosa que los lineamientos de conducta y moral que tratamos de promover en los niños; también los juguetes y sobre todo los títeres, pueden ser aprovechados como orientadores de valores mientras fomentan su imaginación.

Fuente I Cultura y formación de valores. Ignacio Cardona