El hijo único

Siempre se ha asociado al hijo único con un niño malcriado y sobreprotegido. El hecho de no tener que disputar su espacio con otros hermanos, puede hacer de él un ser egoísta o egocéntrico. Pero, afortunadamente, estos términos han cambiado. Es evidente que todo dependerá de la educación que les ofrezcamos.

En los tiempos que corren cada vez es más habitual quedarse con un sólo niño. Los problemas de infertilidad, la incorporación de las madres al mercado laboral o la ruptura sentimental de la pareja, son sólo una muestra de los motivos que llevan a no ampliar la familia más de ahí. Hoy, entre el 20% y 30% de las parejas tienen un sólo hijo, algo que era totalmente impensable hace unos años.

Según la psicóloga Gabriela Ensinck, ser hijo único no es un elemento que define por sí mismo el futuro del pequeño. Todo dependerá, como hemos dicho antes, de la educación que le ofrezcamos. Algunos problemas que experimentan los niños como la sobreprotección, la dependencia de sus papás, la introversión, etcétera, no son exclusivas de los hijos únicos, ya que lo presentan, también, niños que conviven con otros hermanos.

Las ventajas que ofrece ser sólo en casa son muchas y de diversa índole. Por un lado la familia puede ocuparse mejor del hijo, ofrecerle más facilidades y oportunidades en la vida. Hay expertos que indican que, la mayoría de ellos, son futuros triunfadores ya que crecen sin la presión de la ansiedad que supone tener que disputar un espacio en su vida, algo que también es un inconveniente pues el pequeño no aprende a compartir.

El problema más significativo es que todas las expectativas familiares estarás puestas sobre él. Sus padres tienden a proyectar sus ilusiones y le exigen que de lo mejor de él, por lo tanto crece creyéndose un vencedor. Él sufrirá los miedos y equivocaciones de sus padres y, además, no tendrá con quien compartirlas. Pequeños o grandes problemas que, en definitiva, no son exclusivos de los hijos únicos.

Vía | Guía Infantil

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