Canción de cuna: Apegado a mí

Canción de cuna: Apegado a mí

Escrito por: Sacra    3 noviembre 2009     2 minutos

En el momento en el que nuestro pequeño deja de ocupar el cálido e íntimo rincón de nuestro vientre, nuestros brazos se convierten en el primer arrullo donde descansar y refugiarse de los ajetreos de este nuevo mundo. De forma instintiva le susurramos palabras hermosas, despacio, como si una bandada de plumas nos habitara la garganta y sólo quedara espacio para la caricia suprema.

Y una de las prácticas más habituales y bellas es la de las canciones de cuna. La mayoría son inventadas o acaso las hemos rescatado del saber popular y de oírlas a nuestras madres o a las abuelas. Generalmente recordamos la letra pero, a menudo, olvidamos la música. Es como si un sexto sentido nos llevara a tararear, mientras construimos un puente mágico entre su corazón y el nuestro. El sentido de la letra, el sentimiento que se imprime en cada palabra es la verdadera razón de ser de la ‘Canción de Cuna’.

Gabriela Mistral fue una poetisa chilena que consiguió elevar hasta lo más alto de la literatura, los versos dedicados a los niños. Su amplio quehacer poético, su desbordado amor hacia la infancia y su amorosa vocación como maestra, le encumbraron como la poetisa de América y el mundo entero reconoció su valía entregándole el Premio Nobel en 1945. Sus hermosas canciones de cuna han sido y son un símbolo del amor infinito que esta mujer sentía hacia la raza humana.

APEGADO A MÍ
Velloncito de mi carne
que en mi entraña yo tejí,
velloncito friolento,
¡duérmete apegado a mí!

La perdiz duerme en el trébol
escuchándole latir:
no te turbes por mi aliento,
¡duérmete apegado a mí!

Hierbecita temblorosa
asombrada de vivir,
no te sueltes de mi pecho,
¡duérmete apegado a mí!

Yo que todo lo he perdido
ahora tiemblo hasta el dormir.
No resbales de mi brazo:
¡duérmete apegado a mí!

Poema | Gabriela Mistral
Imagen | Maestra de Ceremonias