Los bebés no toman sal

Los bebés no toman sal

Escrito por: Belén    21 noviembre 2009     2 minutos

Lejos de ser unicamente el demonio que algunos piensan, la sal es imprescindible para el buen funcionamiento de nuestro organismo. La sal proporciona al cuerpo cloro y sodio que son necesarios para el equilibrio hídrico de nuestro organismo y para la actividad muscular y nerviosa. El verdadero problema con la sal reside en la cantidad que necesitamos y la que consumimos. Con 5 gramos diarios un adulto obtiene todo el sodio que necesita.

Casi todos los alimentos aportan una cantidad, mayor o menor de sodio, con lo que obtendríamos la cantidad necesaria sin tener que añadir nada. El exceso de sal es perjudicial para el organismo. El exceso de sal en la dieta del bebé puede ocasionar daños irreversibles en su organismo, como disfunción renal, reflujo, gastritis y una predisposición a desarrollar hipertensión en la edad adulta. Con el calor la sal favorece la deshidratación, algo extremadamente peligroso en los niños pequeños.

El niño nace sin distinguir entre dulce y salado, es decir hablamos de un gusto adquirido. Si probamos la papilla del niño nos resultará extremadamente insípida porque estamos acostumbrados a tomar la comida sazonada, pero no será así para nuestro hijo quien no ha probado nunca la sal y no sabe la diferencia entre soso y salado. El sodio que proporcionan los alimentos en su composición es suficiente para la salud de nuestro hijo.

Cuando compres comida precocinada para tu bebé, mira la etiqueta para comprobar la cantidad de sodio que aportan. Los fabrincantes de alimentos para bebé, han adecuado las cantidades a las recomendaciones de la OMS. Intenta no darle ninguno que supere los 50 milígramos por ración.

A partir de los 18 meses de edad podrías incluir una pizca de sal en la comida del niño, aunque no es necesario. En ese momento el bebé puede comer practicamente cualquier alimento y ya los ha probado en su estado natural. Sin embargo es preferible mantener bajo el nivel de sodio en sus comidas para facilitar el funcionamiento de sus riñones y como parte de su educación alimentaria. De mayores preferimos los sabores de nuestra infancia y si estos están libres de sal añadida mejor.

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Foto | Haft 2