Es importante que nuestro bebé, casi desde el mismo momento de su nacimiento, tenga acceso al mundo de los libros. A través de ellos va a empezar, primero como un juego, a valorar y amar el mundo de las letras, de la creatividad y de la imaginación, valores que le van a ser muy importantes para un crecimiento emocional bien equilibrado.
No existe una regla común con la que determinar cuando y cuanto los niños empiezan a hablar. Los hay que son muy parlanchines desde el primer momento, incluso siendo bebés se lanzan a balbucear de una manera sorprendente, tanto que parece que estén manteniendo una conversación totalmente coherente. Otros, en cambio, les cuesta sacarles un sonido y empiezan a manejarse a través del lenguaje gestual, pero el día que deciden ponerse a hablar, parece que vayan a recuperar, en dos días, todo lo callado hasta entonces.
De hecho, empiezan por llorar en respuesta determinados estímulos como hambre, sueño… Después del segundo mes ya emiten grititos de júbilo y gorgoritos, y así poco a poco van evolucionando hasta que aprenden a decir sus primeras palabras. A los seis meses comienza el balbuceo, un gran avance en su función comunicativa y el bebé aprende los turnos de la conversación: el bebé grita, la mamá contesta y el bebé emite otro sonido.
Independientemente del tiempo que se tome en aprender a decir sus primeras palabras o de la fluidez con la que se comunique, a medida que van pasando lo meses su vocabulario se va ampliando. Esto es algo totalmente innato que va recibiendo de su alrededor, por lo tanto, según sean los estímulos que recibe de nosotros, así va a desarrollar su habla.
Ya hemos hablado en otras ocasiones de las necesidades y diferentes formas para estimular el lenguaje oral en nuestro bebé. Es sumamente importante que el pequeño se sienta valorado y escuchado en todas sus manifestaciones, por extrañas que nos puedan parecer al principio, y enseñarle a ir mejorando su capacidad oral, así como la debida pronunciación que le haga acercarse a un mundo donde la comunicación es primordial para la supervivencia (aunque a veces no lo parezca).
Desde que nuestro bebé nace su pequeño cerebro trabaja sin descanso. El lenguaje es uno de los logros más notables y que más esfuerzo requieren. Los cambios más significativos se pueden agrupar por etapas. Como decimos siempre, cada niño tiene su propia velocidad de desarrollo, por lo que los datos que os damos no son más que generalidades.