Cuando nuestro peque empieza a comer otras cositas que no son los típicos purés, muchas veces nos volvemos locos pensando en qué hacerle de comida. Algo que pueda comer, que sea nutritivo, que le guste y que no le suponga mucho trabajo para masticar dado que, es posible, aún no tenga muchos dientes (a cada niño le salen a su tiempo).
De nuevo queremos compartir con vosotros una nueva receta para variar el menú de nuestros pequeños comensales. Y es que cuando empiezan a comer, el hecho de que aún tengan limitados algunos alimentos y que han de ser trocitos muy pequeños o triturados como los pueden tomar, a veces nos limita la variedad en el plato.
Una de las diversiones favoritas de los niños es la de jugar con plastilina. Realizar divertidos personajes, extraños vehículos o alguna que otra obra artística de indefinible significación, les puede reportar horas y horas de entretenimiento en las que, además de poner en funcionamiento toda su maquinaria imaginativa, van a estar ejercitando sus habilidades manuales, así como desarrollando la psicomotricidad.
Ya hemos hablado en otras ocasiones de la importancia de enseñar a nuestros niños el hábito de comer bien, de forma equilibrada y sana. Si así lo hacemos, conseguiremos que, tanto su desarrollo como sus posteriores necesidades nutritivas, estén perfectamente cubiertas y, por lo tanto, su sistema inmunológico en perfectas condiciones. Una dieta equilibrada le evitará tener complicaciones, tan tristemente habituales en la actualidad, como el sobrepeso, la diabetes o la anemia.
Aunque un bebé lleve algún tiempo tomando puré de verduras sin problemas, no es raro que las rechace cuando son sólidas. Pero sabemos lo importante que es comer verdura y hay que encontrar la manera de que nuestro pequeño las coma, si es posible a diario. Lo más importante es no desespararse, ofrecerle diversos tipos de vegetales, acordes con su edad (las de hoja no se recomiendan al principio) y buscar alguna maña para conseguirlo.