El pollo en la alimentación del bebé

El pollo en la alimentación del bebé

Escrito por: Sacra    10 marzo 2011     2 minutos

Una vez el pediatra nos aconseja ampliar el menú de nuestro bebé y tras haber hecho los primeros intentos con cereales y frutas, el siguiente paso nos remite a las verduras y, un poco más allá, a la introducción de otros nutrientes como la carne o el pescado. Por regla general, es alrededor de los seis meses cuando nuestro pequeño va a empezar a tomar contacto con un mundo nuevo de sabores y texturas, hasta ahora desconocidas.

Aunque paulatinamente iremos introduciendo en sus papillas todo tipo de carnes, las primeras que se aconsejan son la ternera y el pollo. Y es este último el que suele tener más aceptación debido a su sabor suave y su textura tierna, este ave es, sin duda, la dueña del corral, aunque hemos de decir que, en este caso, también nos podría servir, por ejemplo, la carne de pava.

Para introducir el pollo en la dieta del bebé lo mejor es empezar por la pechuga, de este modo nos aseguramos de librarnos de los huesos, aunque si el niño lo tolera bien, la carne del muslo es mucho más tierna.

Debemos asegurarnos de cocerla bien, al igual que el resto de las carnes y debido a la alimentación que recibe el animal, generalmente demasiado artificial. No debemos olvidar que la esterilización sólo se consigue mediante la cocción.

Podemos ofrecérsela a la plancha pero, con este método, suele quedar bastante reseca, así que lo mejor es buscar otros métodos. Al principio lo mejor es cocerla junto a las verduras y, con todo ello, prepararle un nutritivo puré. Más adelante, al horno, al papillote o en salsa pueden ser las mejores opciones.

Hay que tener en cuenta que cuando se cocina pollo para niños menores de dos años, siempre se calcula el peso en bruto, sin huesos, piel o grasa. Una vez limpio no hay que pasarlo por agua, bastará secarlo bien con papel de cocina antes de sumergirlo en la cocción.

Existen numerosas y variadas recetas que nos permiten presentar el pollo de muchas formas diferentes, así tenemos variedad suficiente como para que el niño lo reciba, cada día, como un alimento nuevo y apetitoso: estofado, con puré de manzana o relleno de piña, son algunas de las ideas que os hemos ido dejando. Además, por su precio asequible y la facilidad con el que lo encontramos en el mercado, resulta ser, además de nutritivo, una buena opción para la despensa familiar.

Fuente | «La alimentación infantil» – Assumpta Miralpeix (Plaza & Janés, 2002)
Dibujo | Vomitando letras