Abuelos, hijos, nietos: una cadena a veces compleja

Cuando veo a mi sobrina Damara (6 meses la contemplan) en brazos de mi padre o mi madre, de sus abuelos, sin duda veo una de las imágenes que más me han conmovido en mi vida y me demuestran que son sensaciones por las que merece la pena tener un hijo. Pero también me hace pensar que no se debe abusar de dicha circunstancia.

Hace ya algún tiempo, mi propio padre me decía: «Un nieto es la segunda oportunidad para mejorar lo que has hecho con tu hijo». Y después de mucho observar, me he dado cuenta que es cierto. Los abuelos aprovechan la situación para hacer lo que ellos consideran que no hicieron con su hijo. Pero, a veces, se equivocan.

La educación de los hijos es una cuestión de los padres, no de los abuelos. La experiencia de estos es muy importante a la hora de resolver dudas de sus hijos, pero no deben abordar por su cuenta y riesgo esa educación, por que podrían llegar a entorpecer la meta final que se quiere conseguir.

La visión de los abuelos con respecto a los nietos debe ser agradable y juguetona en los momentos puntuales que pasen con ellos. Por que, en definitiva, pasan un rato con ellos. Quien pasa el día a día con ellos, sus enfermedades las 24 horas, sus quejas, sus lloros, son los padres. Y ellos son los que deben dirigir la educación de sus hijos de la manera que crean correcta.

Hay que dejar que sean ellos los que decidan si tú, su padre o madre, tenéis que intervenir de manera más directa en esta situación. Sólo si es pedido por ellos. No pretendáis enmendar la plana a errores que creéis haber cometido (la mayoría de las veces no son errores) con vuestros hijos a esa edad.

Habéis hecho lo mejor para ellos. Nadie tiene derecho a juzgar vuestras acciones si han sido con el mejor fin del mundo. Nadie se atreverá. Vuestros nietos tienen que ser y serán la mejor prueba del trabajo bien hecho.

Foto | sxc-ruizpax

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