Tu vida no se acaba con la llegada del bebé

Tu vida no se acaba con la llegada del bebé

Escrito por: Belén    29 julio 2014     3 minutos

Con mucha, demasiada frecuencia, escucho lo sacrificado que es tener hijos, como cambia tu vida y tienes que renunciar a lo que te gusta e incluso a ti mismo, en favor de tu bebé. Es cierto que un bebé lo cambia todo, despierta en sus padres un sistema de alerta que estará conectado las 24 horas del día durante el resto de sus vidas. La economía familiar, la organización y en general toda la vida se altera pasando a girar en torno a él. Pero, llamarlo sacrificio me parece exagerado e injusto.

Hoy día, con la ingente cantidad de información que tenemos sobre sexo, fertilidad y crianza, los bebés deberían ser deseados y sus padres tendrían que saber lo que significa serlo. Desde mi punto de vista se trata de una adaptación voluntaria y deseada y no de un sacrificio. Es una labor muy exigente, sin duda, agotadora y no siempre tan satisfactoria como imaginábamos, pero no es el final de tu vida como la conocías, a no ser que elijas esa opción.

Cuando el bebé es muy pequeñito requiere no solo cariño y atención, también un importante esfuerzo físico sobre todo de mamá. Pero, por otro lado, duerme mucho tiempo y, aunque no podamos salir tenemos webs como Just Eat en las que poder encargar nuestra pizza a domicilio y disfrutarla en casa. Pronto llegará el día en que podamos contratar una canguro o recurrir a los abuelos o tíos para poder salir a cenar, de copas, al cine o donde más nos guste. Solo hay que adaptarse, priorizar y ser conscientes de que seguimos siendo personas además de padres.

La economía familiar es, junto con el tiempo, lo que se suele ver más afectado por la llegada de un hijo. Hace un par de años calcularon que un bebé supone un desembolso de 6.000 euros en su primer año de vida. Después la cantidad baja un poco pero no demasiado. Es normal tener que hacer ajustes, pero cuando los hacemos por la hipoteca no los llamamos sacrificio.

Cuando decidimos ser padres es porque esa opción sube al primer nivel en nuestras prioridades. Satisfacemos un deseo que supera a todos los demás. Puede que se resienta nuestra carrera laboral, el nivel de vida, que cambie el tiempo de ocio e incluso nuestra forma física, pero no olvidemos que lo hemos decidido y buscado. Podemos quejarnos de lo cansado que puede ser y del esfuerzo que requiere en muchos sentidos, pero insisto en que un sacrificio es otra cosa. Tener que buscar en Just Eat el mejor local de comida china para que me lo traigan a casa en lugar de ir allí a cenar, no tiene nada de sacrificado, como no lo es renunciar a salir durante un tiempo a cambio de tener la enorme suerte de ser mamá (o papá).

Foto | Flickr-Christina Rutz